Por María Laura García
En la vida, todos permanentemente, a diario, decidimos desde lo micro hasta lo macro, es decir, somos absolutamente responsables de lo que nos sucede y precisamente eso, sin importar lo trascendente de la elección, determinará nuestra existencia.
Son tus decisiones: qué eliges comer, si te levantas más temprano o más tarde, qué tanto te ejercitas, si saludas o no, si te propones ser mejor persona, si tomas un trabajo u otro, si insistes en formarte o te conformas, los amigos de los que te rodeas o las parejas que preferiste, en fin, casi absolutamente TODO se deriva de tus seleccionas. Creo que es muy poco lo que uno no elige como, por ejemplo, quiénes son tus padres o aquellas votaciones en la que participan las mayorías, o cuando nos hacen trampa; y en esos casos los venezolanos somos los más expertos y frustrados.
Si concientizáramos, la magnitud y el impacto que tiene todo lo que decidimos cada día, seríamos más reflexivos y menos impulsivos, pues elegir es un proceso que implica escoger entre alternativas para resolver o construir todas las situaciones de nuestra vida. Es una dinámica que puede ser complicada y contradictoria, ya que involucra el razonamiento y las emociones; y yo, en lo particular, para no ser esclava de la emotividad, me tomo siempre el tiempo que me llevan varias respiraciones, o el estar más en calma, para fijar una postura definitiva ante aquello que debo preferir.
La carga que implica una decisión…
El cierre de año puede ser una buena época para evaluar qué tan bien hemos decido en este 2024. Las cosas que hicimos o aquello que dejamos de concretar; y más cuando está claro que debemos trazarnos metas en medio de la incertidumbre venezolana, sintiéndonos continuamente vulnerables y muchas veces inseguros con nuestras elecciones porque en nuestro país se mueve el piso bajo nuestros pies. Pero, además muchos enfrentan la duda individual de tener claro lo que se desean verdaderamente.
De hecho, para mí, cargamos el peso de cuestionar permanentemente, si lo que elegimos es lo correcto y nos la pasamos pensando en esas proyecciones del “hubiese” o que pasará. Afortunada o desafortunadamente, vivimos solo una vida y no tenemos modo de compararla con existencias pasadas o futuras y no hay forma alguna de comprobar cuál es la mejor decisión, pues todo lo vivimos a la primera, sin preparación, sin práctica previa. Entonces ¿Qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Pues requiere de un inmenso valor y además nos obliga ser muy concienzudos.
Mientras más importancia damos a las cosas, desde las más triviales a las más trascendentales, más responsables nos sentiremos, pero hay que ser siempre valientes.
Sin duda, nuestras decisiones deben tomar un rol protagónico, siempre y cuando las tomemos según lo que habita en nuestro corazón y cerebro, más en función de nuestro bienestar sin depender en exceso del reconocimiento de otros, sean familiares o nuestro entorno social.
Al momento de decidir…
Acude a tu mente toda una artillería de razones a sopesar, te recomiendo, por tanto, hacer una lista de pros y contras, para luego sopesarlos y racionalizar cuál es la mejor elección que puedes hacer. Evalúa lo que está a tu favor y lo que no, y si puedes lidiar con las posibilidades negativas pues arriésgate.
Así acciono yo.
Por ello, es importante que, gestiones tus emociones antes de tomar decisiones importantes y las que no. Si tomas decisiones desde el miedo, la inseguridad, la culpa o el resentimiento lo haces desde un lugar de ti que te impide expandirte. Desde la serenidad de tu mente podrás elegir mucho mejor y tu madurez te permitirá abrirte a nuevas opciones.
Recuerda que el gran secreto para lograr tomar las decisiones desde la calma, es practicar, practicar y practicar, hasta que se vuelva un hábito. Hay días que te precipitarás y si tu elección sale bien, no te darás cuenta desde qué emoción la asumiste. Solo cuando los resultados son fatales lo concientizamos, pero viviendo en el aquí y en el ahora es que, al menos yo, me he dado cuenta de esto, y he aprendido, poco a poco, a pensar más allá y elegir solo cuando estoy más serena, y desde ese ánimo, seguramente soy más creativa y asertiva.
Hasta la próxima.
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