Una joven cantante venezolana estaría desparecida luego de una travesía migratoria que incluyó su traslado desde Colombia a México, desde donde perdió contacto con sus familiares.
La joven que responde al nombre de Maika Torres Obelmejías consiguió que «una conocida» le financiara el traslado a México desde el territorio neogranadino, según lo publicado por la periodista Maryorin Méndez en su cuenta de Twitter (X).
«Esa conocida avisó a la familia que no sabe nada de Maika y ya no responde las llamadas», añadió la comunicadora.
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La venezolana tiene algunas semanas que no usa sus redes sociales, donde destaca un canal de Youtube, con cuatro temas subidos hace dos años.
Esta triste noticia es solo una más de las muchas tragedias que han vivido las familias venezolanas en los últimos años.
Emigrar se ha convertido en una especia de lotería, donde a cualquiera le puede tocar una desventura, debido a la gran cantidad de connacionales que abandonan el país empujados por la crisis.
LA RUTA DEL DARIÉN
Aunque la diáspora venezolana inició con fuerza hace casi 10 años, desde 2020 inició una migración más desordenada y casi sin recursos lo que impulsó una nueva (para los venezolanos) y peligrosa ruta, cruzar el tapón del Darién para tratar de alcanzar la frontera de los Estados Unidos y lograr «el sueño americano».
Médicos sin Fronteras (MSF) alertó esta semana que casi medio millón de migrantes ha cruzado la selva del Darién, en lo que va de año, y aunque no dio cifra por nacionalidades, se estima que la gran mayoría sean venezolanos.
El coordinador general de MSF para Colombia y Panamá, Luis Eguiluz, señaló que los migrantes han cruzado la «naturaleza salvaje». «No se han garantizado rutas seguras, ni suficientes recursos para las organizaciones que los atienden», acotó.
«La cifra de migrantes que han cruzado la selva equivale a más del 11 % de la población de Panamá. Esta es una crisis sin precedentes a la que no se ha volcado la suficiente atención global ni regional», afirmó en un comunicado.
Este número de migrantes se trata de una cifra mucho mayor a los 248.000 del año pasado o los 133.000 de 2021, según cifras oficiales del gobierno panameño.
