El Internet se encuentra conmocionado por el caso de Hannah Grundy, una joven australiana que tenía una vida normal hasta que descubrió una página web que estaba llena de fotos y videos pornográficos falsos sobre ella.
Hannah relató que todo comenzó en febrero de 2021, cuando encontró un extraño mensaje anónimo en su bandeja de entrada. «Seguiré enviando correos electrónicos porque creo que esto merece tu atención», indicaba.
En el correo electrónico había un enlace y una advertencia que rezaba: «contiene material perturbador». Al ingresar al link, Hannah descubrió que había decenas de páginas de pornografía producida por inteligencia artificial (IA) en las que ella era protagonista.
«Estaba amarrada», dijo Hannah, quien también leyó fantasías de violación y amenazas violentas. «Parecía asustada. Tenía lágrimas en los ojos. Estaba en una jaula», acotó Hannah, quien vio decenas de deepfakes en donde ella era protagonista.
INVESTIGACIÓN DE HANNAH
La joven descubrió que también había deepfakes de amigas cercanas y otras 60 mujeres. Al investigar con su novio, descubrió que las imágenes que eran utilizadas por las IA provenían de sus cuentas privadas en redes sociales.
Hannah descubrió que un amigo llamado Andy era quien conectaba a todas las mujeres que aparecían en la página. Se trataba de un hombre en quien confiaba y que cuidaba a sus amigas cuando iban al bar.
«Yo pensaba en él como un amigo muy cercano (…) Estábamos tan seguros de que era una buena persona», apuntó Hannah. Luego le comentó de su hallazgo a las demás víctimas y comenzó un complicado proceso legal.
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Hannah presentó una denuncia, pero sintió que las autoridades no le dieron gran atención a su caso. «Me sentí completamente vulnerada y sin recursos legales inmediatos para detener la difusión de estas imágenes falsas», indicó.
Las autoridades australianas hicieron amplias modificaciones en sus leyes tras este «caso histórico». Andy fue condenado a nueve años en prisión, aunque todavía no existía un delito por crear o compartir pornografía deepfake.